Recuerda lo que piensas, cómo te sientes, lo que preparas, lo que cocinas, lo que compartes, con quién lo compartes, lo que comes y las tradiciones que acostumbras. 

Recuerdo que, una de las tradiciones que mi familia acostumbraba en año nuevo era preparar un vaso con 12 uvas: imagino que una por cada resolución o propósito y su correlación con los meses del año. Recuerdo también mi angustia para intentar encontrar la fórmula perfecta para recordar mis 12 propósitos y lograr comerme una uva por campanada durante la cuenta regresiva. 

Confieso, no encontraba satisfacción alguna durante ese ejercicio, se convertía en mi primer reto fallido del año. 

Encontré varios ejemplos como el anterior durante mi proceso de autodescubrimiento. Un día, decidí darme permiso de revisar los valores y los principios que sin cuestionarlos interioricé como míos; me di cuenta de que gran parte de lo que regía mi vida, eran costumbres, situaciones, tradiciones, escenarios, creencias e incluso certezas, que les funcionaban a otros, pero no necesariamente a mí. 

Fue entonces que decidí revisar, cuestionar, redefinir, escoger y decidir lo que es mejor para mí. Llegué a una conclusión lógica que aquí te comparto: "Lo que es útil y contributivo para algunos, puede no ser útil y contributivo para otros, o viceversa, y eso está bien." Si en alguna de tus tradiciones alcanzas a distinguir palabras como: resoluciones, compromisos y propósitos, te invito a que, aunque sea solo por lo que queda de la lectura de este blog, te des permiso de sustituir cualquiera de esos términos por la palabra intención. 

Una intención es la determinación de la voluntad asociada al deseo de realizar una acción. Desde el punto de vista de la física cuántica, si estamos en resonancia con nuestra intención, estamos abiertos a la posibilidad de que suceda. La resonancia es un fenómeno que se produce cuando dos o más frecuencias coinciden. En este caso, es cuando alineas tus acciones con lo que deseas, lo que piensas y lo que sientes. 

En una intención, eres tú el protagonista, tú eliges o escoges en todo momento porque estás en pleno ejercicio de tu libertad. 

Ante una resolución, un compromiso o un propósito, pareciera que hay alguien o algo del otro lado esperando a que las cosas sucedan tal y como te las imaginaste. 

Se cree que la práctica de hacer resoluciones para el nuevo año se popularizó por primera vez entre los antiguos babilonios, quienes creían que, hacer promesas los llevaba a ganarse el favor de los dioses y así creían comenzar el año con el pie derecho. Como ejemplo de sus promesas y propósitos estaba pagar las deudas y devolver el equipo agrícola prestado. 

Este 2024, independientemente del día y la hora en que estés leyendo estas líneas, empieza, así como estás, sin quitar ni poner nada, sin intentar cambiar lo que pesas, lo que mides, lo que haces, lo que quieres y lo que no quieres. 

Honra tu presencia en tu vida, conviértete en el autor o autora de tu siguiente inhalación, de tu siguiente exhalación, de tu siguiente paso y observa tu siguiente pensamiento. 

Date cuenta de que no necesitas de un año nuevo o de un nuevo trabajo o de una crisis o de una circunstancia externa para cambiar tu intencionalidad, puedes hacerlo en este momento. 

Ver una nueva posibilidad en cada situación, cambia el ángulo de tu visión y puedes darte permiso de cambiar la forma en la que has interpretado las cosas hasta ahora. En vez de vivir tu vida desde el punto de vista de tus problemas y lo que no has logrado, puedes empezar a vivirla desde las posibilidades y oportunidades disponibles para ti. 

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